"Stiftung Umverteilen e.V.", Berlin/Alemania
“Aprendí eso para salvar vidas”
Petita
Estrada Ortiz
98
años
Curandera
Muy viva y activa a pesar de su
edad adelantada, todavía sigue trabajando en Muisne, donde nació.
Conoce cientos de recetas a base de productos naturales, hierbas,
plantas, menta de palo, limón, etc., para curar enfermedades tan
diferentes como espanto, ojo, malaire, problemas en el embarazo y
trombosis. Sabe remedios contra los parásitos o los problemas
intestinales.
Trabajó también 30 años de
partera y dice con legítimo orgullo que en todos esos años no se le
murió ni un solo bebe. Todavía hay gente que tiene más confianza
en su saber que en los doctores.
“Nunca me quedo en casa, me
gusta el trabajo”
Paula
Ortiz Perlaza
68
años
Cocinera
Viene de Bunche, donde empezó a
cocinar a los 20 años. Así crio a sus nueve hijos, sin ayuda de su
compañero. (Se separó de él porque bebía.)
Hace 28 años vino a Muisne. La
cocina es su pasión, no se contenta con hacer siempre lo mismo. Hizo
en Mompiche un curso de cocina, motivada por el deseo de ensanchar
sus conocimientos y proponer nuevos platos a sus clientes.
Habla con mucho cariño de sus
hijos, que con pasión juegan fútbol y que con orgullo representan a
Muisne.
“Cantar me acerca de Dios”
María
Inocencia Bone Cheme
46
años
Cantante
María Inocencia canta desde
pequeña. Cantar es su pasión y su manera de comunicarse con los
demás, de estar juntos.
Canta pasillo, arrullo, cantos al
niño Dios. A través de estos cantos populares expresa su infinita
fe en Dios. Cantando se siente muy feliz. Canta en casa, en fiestas y
en la iglesia. Le da pena que los jóvenes ya no se interesen tanto
por la música tradicional. Por eso se dedica a transmitir su saber a
su familia y enseña sus cantos a sus hijas.
“Hay que saber de dónde somos,
de dónde venimos”
Andrea
Martínez Cheme
28
años
Marimbera
Empezó a bailar y tocar marimba
en el colegio. Desde los 3 años baila y continúa realizando esa
actividad en el grupo cultural Negritud de Muisne y hace 2 años se
desempeña como directora.
De ese trabajo no puede vivir, lo
hace por pasión. Al tocar y bailar siente alegría y emoción. Los
sonidos naturales de la marimba y del bombo son para ella la
expresión de sus raíces, de su identidad negra. Al son de esa
música se siente africana, como sus antepasados que llegaron de
Guinea y fueron los primeros negros libres del nuevo continente.
Andrea dice: “hay que transmitir
esa conciencia a los jóvenes. No tenemos el derecho de dejar morir
esta tradición, que ya se va perdiendo. Sería necesario enseñar la
marimba en las escuelas”.
“La vida nos brinda
oportunidades. No debemos dejarlas pasar”
Marieta
Bolaños
46
años
Profesora
y orientadora
Fue gracias a su madre, que
Marieta logra culminar sus estudios superiores, obteniendo una
maestría (4to nivel de estudios), oponiéndose así a su padre,
quién no veía la necesidad de que sus hijas aprendieran a leer y
escribir. Marieta ha trabajado duro para permitir a sus diez hijos
estudiar.
Hoy en día, ser educadora es para
Marieta más que una profesión, es una vocación. Además de ser
orientadora en la Unidad Educativa San Luis Gonzaga, de lunes a
viernes, dedica sus sábados y domingos a la educación para adultos,
dando su tiempo para ofrecerles la posibilidad de cumplir lo que no
hicieron de jóvenes y darles acceso a una vida mejor.
Marieta ve ese trabajo como algo
necesario, ya que la sociedad moderna exige a todos estén
preparados. Le da alegría educar a adultos, a pesar de la
frustración que siente cuando alguien abandona los estudios.
Dice que los adultos son más
responsables, más agradecidos y siente satisfacción y orgullo al
ver los éxitos de cada uno. Se siente realizada como mujer, como
madre y como esposa.
“La independencia va a la par
con la responsabilidad”
Deisy Elina Cheme Torre
47 años
Artesana
Llegó a Muisne a los 11 años.
Tiene 5 hijos que crió sola. Prefiere trabajar en su casa, para
ocuparse de su última hija de 15 años y de sus tres nietos. Pero
como dice ella, “siempre hay algo que hacer para la mujer, que sea
afuera o en casa. Una siempre puede ser activa.”
Hace cinco años se dedica a
realizar artesanías, además de ser costurera. Lo hace por necesidad
de vida, pero también por gusto. Es un trabajo que aprendió sola,
dando rienda suelta a su creatividad. Trabaja con conchas, coco,
bambú, creando siempre nuevos modelos.
Vende sus productos en varios
sitios y nunca se la ve desocupada.
“Tengo que dar ejemplo a mis
hijos”
Rosa
Margarita Rivera Bustamante
40
años
Comerciante
de pescados
Vive desde hace 20 años en
Muisne, en el Relleno, donde tiene un negocio de pescado bien
manejado. De esta manera mantiene a sus seis hijos.
Trabajando desde el seno del
hogar, siempre está presente para su familia. Aunque le gustaría
tener la posibilidad de salir más, tener más contacto con la gente
y desarrollar actividades de su propia iniciativa. A menudo sueña
con poder ser más libre, más independiente, libertad que la desea a
sus hijas también. Pero siendo las cosas como son, se dedica
enteramente a sus hijos y a ser una buena madre para ellos.
“Lo que siempre hay que tener
es un por qué”
Carmen
Quiñones
46
años
Decimera
Desde niña se sintió atraída
por la música y la poesía. En la escuela escribía canciones, su
maestra decía que debía estudiar música, pero no fue posible.
Adoptada por una familia Esmeraldeña, Carmen tuvo que ayudar en la
recolección de conchas desde muy pequeña.
A los 14 años se fue embarazada y
soltera. Conoció otro hombre, con el que tuvo seis hijos más.
Soportó muchos años de maltrato, hasta que lo dejó porque él no
quería que los hijos estudiaran. Fue su hijo mayor el que la incitó
a estudiar. De adulta se graduó, fue maestra y voluntaria en la
OCAME. Sin embargo, la música y poesía del manglar siguen siendo su
pasión. A través de sus decimas, ella expresa lo que siente, hace
preguntas, critica lo que no le parece justo. Canta en fiestas en el
pueblo. Ganó varios concursos. Escribió muchas decimas, esperando
que algún día salieran a la venta, pero esto nuca sucedió.
Cuando su hijo mayor fue
asesinado, ella quiso quitarse la vida. Lo que la detuvo fueron sus
otros hijos. Ahora dice: “las mujeres si podemos, a veces nos toca
llorar, sufrir, pero con ganas se puede salir adelante”.
“No nos quedemos con los
brazos cruzados esperando que el hombre lo haga todo”
María
Esperanza Esmeralda
67
años
Campesina
Llegó hace 12 años a esa hermosa
finca en Salima. Cultiva con su esposo coco, caña, y frutas como:
guayaba, naranjas, maracuyá, etc. Le gusta trabajar en el campo con
su machete, sembrar y ver el resultado de su trabajo y le encanta
ocuparse de sus animales: tiene gallinas y tres pavos.
Lo importante en la vida es
trabajar, dice ella. Antes era costurera en San Jacinto y ahora
cuando no está en el campo, se dedica a bordar, tejer y hacer
artesanías de material reciclado. María Esperanza sigue cosiendo,
pero no uniformes escolares, sino ropa bonita para ir a bailar con su
esposo.
“Me siento muy orgullosa de
mi trabajo”
Unicia Bravo
60 años
Muchinera
Muisneña desde siempre, se quedó
sola para criar a sus hijos. Para mantenerlos, se dedicó a la
preparación y venta de muchines, primero en su barrio Santa Rosa y
desde hace 10 años en el muelle. Su trabajo siempre le permitió dar
lo necesario a su familia, y por eso se siente muy orgullosa al
hacerlo.
“Siempre de pie, jamás
vencidas”
Ángela
Angulo Salazar
67
años
Emprendedora
Abandonada por su esposo con 8
hijos, dice que el dolor de la vida y el deseo de salir adelante la
hicieron fuerte. Tuvo que trabajar mucho para criar a sus hijos.
Vendió tamales, gasolina y tuvo un comedor en Muisne.
De vuelta a su pueblo, La Boca del
Sucio, luchó con toda su energía para que se construyeran, una
escuela con una casa para la maestra y un dispensario médico. Para
ayudar a sus compañeras, fundó la Asociación de las Mujeres
Campesinas de la Boca del Sucio. Organizó un taller de corte y
costura, una fábrica de pan, un banco comunitario y hace tres años
una microempresa de derivados de cacao. La actividad de esa empresa
incluye el cultivo del cacao para asegurar la materia prima, la
elaboración y venta de diversos productos y también la capacitación
de 14 empleadas en contabilidad, gerencia y organización. Lo que les
permite mejorar su calidad de vida.
“Mientras el Señor me dé
vida y salud seguiré luchando y trabajando”
Luisa
Arias
77
años
Mujer
trabajadora del campo
Desde temprana edad, Luisa, ayudó
a su madre a trabajar en la finca. Después de dos horas de
canaletear llega a la entrada del camino de su finca. Desde este
lugar camina una hora en el lodo hasta llegar a su destino y
continuar su tarea cotidiana: cortar racimos de guineo y bajarlos a
la canoa cargados en hombros. Además, Luisa siempre se involucró
en las actividades de recolección de conchas y cangrejos.
Después de soportar años de
maltrato por parte de su esposo, Luisa se separó de él, porque les
negó el derecho a la educación a sus hijos, él pensaba que “la
riqueza está en el campo”. Desde ese entonces ha sido madre
soltera, trabaja por su cuenta y ha seguido adelante para asegurar el
futuro de sus siete hijos. (De los doce hijos que tuvo, cinco han
muerto por sarampión).
A ella le parece que la situación
de las mujeres ha mejorado en los últimos tiempos.
“Mientras quede algo por
hacer, nada hemos hecho”
Verónica
Elisabeth Castillo Vera
32
años
Gerente
del Banco de Fomento
Llegó a Muisne a los 7 años.
Nacida en una familia extremamente humilde, es gracias a los
esfuerzos y sacrificios de su madre, que Verónica puede estudiar en
Riobamba y asegurar un futuro mejor.
Han sido diversas las actividades
que Verónica ha realizado: trabajó de voluntaria en un programa de
prevención de drogas, fue profesora, reportera para periódicos
locales y nacionales y para radio y fue una de las primeras socias
del Foro de Mujeres de Muisne en 2001.
A los 23 años empezó como
asistente en el Banco de Fomento y poco a poco sus méritos fueron
reconocidos y accedió a más responsabilidades.
Fue seleccionada (una de 16
personas a nivel nacional) para trabajar en el banco de Quito.
Actualmente ocupa el puesto de gerente del Banco de Fomento de
Muisne.
“Que se valore el trabajo, que
da más dignidad a las mujeres”
Sor
Fructuosa
Misionera
Comboniana
Como misionera considera que su
vocación no es quedarse encerrada en un convento, sino llegar a
todos y brindar su ayuda en educación, medicina y evangelización.
Lleva más de veinte años trabajando en Muisne, donde fundó el
Taller de Manualidades Fructuosa. A pesar que las condiciones no son
óptimas las mujeres se reúnen a menudo. El sueño de Sor Fructuosa
es poder tener un taller de costura y manualidades en el cual las
mujeres puedan trabajar, exponer y vender sus productos y asegurar
una mejor condición de vida.
Sor Fructuosa piensa que: “todas
las mujeres tienen ganas de aprender, trabajando juntas se ayudan
mutuamente y comparten sus ideas y problemas. Claro que hay unas que
tienen más capacidades que otras pero lo más importante es la
dedicación en lo que hacen, porque solo con amor hacen las cosas
bien.”
Dice Sor, “para saber una lo que
puede, necesita salir de casa. Cuando uno se abre, todos ganamos.”
"Las mujeres deben luchar por
su derecho a la educación”.
Maritza Guerrero Quiñónez.
24 años
Lavandera.
Al conversar con Maritza, el
tema de sus estudios es el más importante. Maritza estudió en
Esmeraldas, pero tuvo que abandonar el colegio después de primer
curso, por falta de dinero.
Quiso continuar con sus estudios
de vuelta a Salima, pero no fue posible porque al trabajar en la
gasolinera no tenía tiempo.
Ahora vive en unión libre y tiene
2 hijas, como no tiene trabajo fijo debe ayudar a toda su familia
lavando ropa en el rio porque en Salima no hay agua potable. Pero su
deseo de estudiar permanece vivo.
Para poder planificar su futuro,
se dejó colocar debajo de la piel un palito anticonceptivo que la
proteja de los embarazos durante 5 años. Ahora piensa matricularse
en el colegio a distancia en la extensión de Salima. Maritza sabe
que no es fácil por sus 2 hijas, pero considera que estudiar es un
derecho y merece sacrificios.
A su compañero no le gusta tanto
que ella quiera estudiar pero no le niega ese derecho. En lo que
ambos están de acuerdo, es que quieren una educación de calidad
para sus hijas.
“Mi mensaje por amor a la
humanidad: sin la naturaleza, no somos seres humanos”
María
Cagua
47
años
Conchera
En Bolívar hay poca tierra y poca
agricultura. Es un pueblo de pescadores y concheros. Como todas las
mujeres de la isla, María empezó a conchar desde niña y lo sigue
haciendo. La concha es moneda de cambio para todo lo que necesita.
Para criar a sus diez hijos, María intercambia: arroz, aceite, ropa,
etc., y todo lo paga en concha.
Pero ahora se hace más difícil
el trabajo. En todos lados hay camaroneras. El manglar, con su
diversidad biológica, desaparece. María, que también trabaja en el
comedor del Centro Cultural Martín Pescador, no acepta esa falta de
respeto a la naturaleza. Para ella la tierra, que da vida como una
mujer, es una madre y una diosa. Merece que la respetemos y que nos
curemos de ella. Porque al fin, todos dependemos de la naturaleza.
Somos todos sus hijos, hombres y mujeres, con el mismo valor.
“Nosotras mujeres debemos ser
solidarias”
Lola
Añapan
67
años
Del
pueblo de los Chachi
Así mueren tradiciones y saberes
muy antiguos. Todavía conocen la mayoría de las mujeres Chachi el
arte de tejer, bordar y elaborar artefactos de fibras naturales como
canastas y abanicos, pero se dedican menos a esta actividad y podría
ser que la próxima generación se olvide de esa capacidad. Las
razones son de orden económico, no se venden bien sus trabajos y no
generan lo suficiente para vivir.
En el pasado ayudaron varias
organizaciones y las mujeres Chachi se establecieron. Lola llegó a
ser coordinadora de OCAME, pero ahora no hay mercado para sus
artesanías. Los Chachi se sienten abandonados por los organismos de
ayuda que están instalados en Quito.
Dice ella que mucha gente viene a
visitar los pueblos Chachi, pero después se olvidan de ellos y
quedan sin apoyo. Para Lola, “hay que buscar las formas de avanzar
y eso supone solidaridad entre las mujeres de Muisne, que sean Chachi
o no.”
“La experiencia de poder ayudar
a otros nos enriquece”
Jesenia
Mero Reina Mercedes Sosa Obando
33
años 42 años
Junta
cantonal de protección de derechos
Consejo
cantonal de la niñez y adolescencia
Ambas madres, (Jesenia tiene tres
hijos, Mercedes cuatro) trabajan en la misma oficina, en dos sectores
distintos pero con muchos puntos comunes.
La Junta Cantonal de Protección
de Derechos, es un organismo destinado a restituir cada derecho
humano individual o colectivo. El Consejo Cantonal de la Niñez y
Adolescencia, se encarga de luchar contra toda forma de maltrato o de
abuso a niños y jóvenes. Se puede ir a verlas si alguien es víctima
de maltrato. Lo que se reportará será tratado de manera
confidencial.
Trabajan en contacto con las
familias y las escuelas y hacen campañas de información para
aumentar la conciencia de esos problemas en la comunidad. Muchas
veces se apoyan mutuamente.
Después de trabajar 13 años en
instituciones de ayuda, ellas afirman que las mujeres si son capaces
de hacer un trabajo que brinde ayuda a otros.
Una cualidad que a Jesenia y
Mercedes les parece muy importante en las personas, es el ser
humildes, a pesar de los títulos que se tenga.
“Ser activa y que las cosas
avancen da mucha satisfacción”
Isabel
Cotera Bone
44
años
Vocal
de la Junta Parroquial de Salima
Isabel trabaja desde hace 6 años
en la Comisión de Salud de la Junta Parroquial. Se encarga de la
elaboración de pozos. Su motivación es participar del progreso de
su parroquia, proponer soluciones y no dejar que tantas obras queden
inconclusas.
Cuando fue elegida, había muchas
mujeres en cada lista, pero solamente tres estaban a la cabeza. No es
un trabajo donde una mujer tiene que sufrir de discriminación por
parte de los colegas varones. A veces, es una ventaja el hecho de ser
mujer, es más fácil el contacto con la gente.
Se define como una mujer segura de
sí misma. Su esposo la fortalece y aprecia su trabajo y dice: “es
mejor tener a una mujer que salga de casa y sepa algo de la vida. Así
siempre tenemos conversaciones interesantes, con ella nunca es
aburrido”.
"Tenemos que ir sin
complejos"
Estrella
Castillo Villamaren
34
años
Arbitra
de fútbol
Durante la semana, trabaja en la
policía municipal, pero sus fines de semana son dedicados al fútbol,
como jugadora ya logró ser seleccionada a nivel de la provincia y
hasta ahora sigue activa en la liga cantonal. En el deporte, puede
dar lo mejor de sí misma. Para ella, el equipo es sinónimo de
amistad y solidaridad.
Hace 3 años pasa mucho tiempo en
la cancha como arbitra. Para eso hizo un curso, con examen teórico y
práctico. Le gusta dirigir los partidos, poniendo orden en cada
juego.
Dice que no tiene problemas con
los hombres, la respetan porque ella es justa. Le parece importante
advertir antes de sancionar.
Comparte esa pasión por el fútbol
con toda su familia. Su esposo es director deportivo de un equipo y
sus hijos, tanto el varón como la mujer, juegan con entusiasmo. Así,
el deporte une la familia.
“Ser activa y que las cosas
avancen da mucha satisfacción”
Isabel
Cotera Bone
44
años
Vocal
de la Junta Parroquial de Salima
Isabel trabaja desde hace 6 años
en la Comisión de Salud de la Junta Parroquial. Se encarga de la
elaboración de pozos. Su motivación es participar del progreso de
su parroquia, proponer soluciones y no dejar que tantas obras queden
inconclusas.
Cuando fue elegida, había muchas
mujeres en cada lista, pero solamente tres estaban a la cabeza. No es
un trabajo donde una mujer tiene que sufrir de discriminación por
parte de los colegas varones. A veces, es una ventaja el hecho de ser
mujer, es más fácil el contacto con la gente.
Se define como una mujer segura de
sí misma. Su esposo la fortalece y aprecia su trabajo y dice: “es
mejor tener a una mujer que salga de casa y sepa algo de la vida. Así
siempre tenemos conversaciones interesantes, con ella nunca es
aburrido”.